Un día más, es un día menos

Ayer, hoy y mañana; aquí y en el otro lado del charco. Vivimos con prisa, vivo con prisa. Y las prisas... no son buenas.

¿Sólo palabras? Intentas escribir, te dispones a ello. Ya no para alguien, para todos o para nadie. Lo haces por y para ti. Cierro los ojos e intento entenderme, dejar la mente en blanco y encontrarme.

Sobre papel, entre líneas; esa nube mental se hace tenaz, cobra fuerza. Mis pensamientos, tus sensaciones, nuestras ilusiones. Propósitos a corto y largo plazo, el eterno sueño de ser dueña de mis propias expectativas.

Y pienso. Entonces descubro. Siento que acierto; y no acierto. Buscas, te desesperas. Pierdes el tiempo, ese viejo amigo que jamás regresa; y hallas respuestas... Y va la vida, y te cambia todas las preguntas; así, de golpe.

Entre mis mil defectos quizá el más grande sea este, mi afán por darle mil vueltas a todo. Y cuando algo parece en su lugar, querer ponerlo del revés; así, como por vicio. El gentil don de complicarse la vida. Supongo que es mi forma de aprender, algo así como un autocultivo.

Nunca dejas de aprender, aún sin darte cuenta. A cada momento estás alimentando tu mente, tu ser, tu persona. Y si, un día más, es un día menos. Pero todo son ganancias. Es un reloj de arena que no cesa, sin mucha intención de parar de avanzar. Y tu debes hacer lo mismo; nadando siempre a contracorriente, pero sin dejar de mantenerte a flote, sin hundirte jamás.

Como he dicho por aquí arriba, siempre me ha parecido que por escrito los pensamientos ganan forma, y por tanto, dejan de ser nubes para convertirse en algo estructurado, ordenado. Parece más fácil acceder a ellos estando quietos, inmóviles. Aún sin tener patas, se convierten en seres calmados, sosegados... Pensamientos, si; pero en reposo y de aspecto pacífico. Casi siento que os puedo abrazar.

Ayer hice público el enlace que te conduce a Ma susurre y una buena amiga me preguntó: ¿porqué? Y no supe darle una respuesta con sentido. Ahora desde aquí te respondo: ¿Y porqué no?